Miguel Ángel Russo lo sabía de antemano: el sector más vulnerable del plantel de Boca es la zaga central. Y el tiempo le dio la razón. Este domingo, en el empate ante Argentinos Juniors, Nicolás Figal volvió a lesionarse y encendió las alarmas en el cuerpo técnico, que ya venía con lo justo en defensa.
El ex Independiente fue titular junto a Marco Pellegrino en una defensa improvisada por las múltiples ausencias. Pero a los 27 minutos del segundo tiempo, Figal sintió un pinchazo en el muslo derecho al exigir una pelota y debió salir reemplazado. En su lugar ingresó Lautaro Di Lollo, el único zaguero natural en el banco.
La lesión es un duro golpe tanto para el jugador como para el cuerpo técnico. Figal arrastraba una dura recuperación de tobillo, que incluso lo obligó a pasar por el quirófano en diciembre, y recién había reaparecido en el Mundial de Clubes. En una entrevista reciente había reconocido: “Me pasé de ansiedad por querer estar y terminé haciendo cagadas”, en relación a sus apresuradas vueltas a las canchas en 2024. Y ahora, otra vez, queda al margen.
Su rendimiento en La Paternal tampoco fue el mejor. Se lo notó incómodo en los mano a mano, especialmente ante Tomás Molina, y errático en la salida desde el fondo. Sin embargo, su baja limita aún más a un plantel que ya tenía a Marcos Rojo apartado, a Cristian Lema fuera de consideración, y a Ayrton Costa aún recuperándose de un desgarro.
De momento, Russo solo cuenta con Pellegrino y Di Lollo como centrales disponibles. Y con compromisos clave por delante, como el próximo duelo ante Unión y el cruce por Copa Argentina ante Atlético Tucumán, la defensa se volvió el mayor dolor de cabeza para el técnico. En las próximas horas, Boca conocerá el grado de la lesión de Figal. Pero su ausencia, al menos en el corto plazo, ya es un hecho.