La Bombonera volvió a vestirse de fiesta bajo un sol radiante que ayudó a crear un clima similar al de otras grandes tardes. Pese a los últimos resultados y a la impaciencia de la hinchada por volver a celebrar un triunfo, en los alrededores del estadio se respiraba el folclore de siempre: calles colmadas, camisetas azul y oro por todas partes y un ambiente que invitaba a soñar con una victoria de Boca contra Racing.
Pero el optimismo inicial se mezcló con un mensaje claro desde las tribunas. Cuando los jugadores pisaron el césped para realizar la entrada en calor, desde las cuatro bandejas retumbó un canto que, aunque no es habitual en la previa, viene repitiéndose en los últimos partidos. La advertencia no dejó lugar a dudas: “A ver, a ver los jugadores, si pueden oír… con la camiseta de Boca, ganar o morir…“.
Ese grito, contundente y cargado de exigencia, marcó el tono de la tarde. La hinchada, fiel a su estilo, dejó claro que el apoyo está, pero que la paciencia no es infinita. En los primeros minutos de juego, sin un dominio claro de ninguno de los dos equipos, el clima se mantuvo estable, con expectativa y cierta cuota de esperanza en que el equipo pudiera mostrar una mejor cara.
El aplausómetro de La Bombonera
En el tradicional “aplausómetro” previo —cuando el locutor anuncia la formación y la hinchada reacciona—, el termómetro marcó tibieza. No hubo ovaciones masivas, aunque sí algunos picos de reconocimiento. Leandro Paredes y Miguel Merentiel fueron los más aplaudidos, aunque sin que la Bombonera explotara.
El caso de Edinson Cavani fue distinto: su recepción fue más discreta que en otros tiempos. El uruguayo, que supo ser uno de los más ovacionados, viene perdiendo popularidad, un reflejo de su rendimiento en cancha. Entre aplausos moderados y una exigencia creciente, el mensaje de la gente quedó claro: vestir la camiseta de Boca implica estar a la altura en cada partido.
