El Hard Rock Stadium fue una verdadera caldera azul y oro. Aunque el rival era de los más poderosos del mundo, la hinchada de Boca volvió a hacer historia, esta vez con una presencia imponente frente al Bayern Munich, por la segunda fecha del Mundial de Clubes. Según el dato oficial de FIFA, 63.587 personas estuvieron presentes en el estadio de Miami, logrando así el segundo partido con más público de todo el torneo.
Las tribunas completas ofrecieron una postal impresionante: banderas clásicas como las que se ven en la Bombonera, camisetas flameando al viento, y una energía inquebrantable. Incluso en algunos sectores se compartió espacio con los hinchas alemanes, pero el color, el ruido y el aguante fueron completamente xeneizes. Ya en el debut contra Benfica Boca había metido 50 mil personas, pero esta vez superó todo. Fue el primer “sold out” del certamen, y no pasó desapercibido.
A pesar de que el equipo de Miguel Russo cayó por 2-1 y estuvo en desventaja buena parte del encuentro, el aliento nunca se apagó. Los hinchas cantaron, empujaron, aplaudieron y sostuvieron al equipo hasta el último minuto. La fiesta fue completa, incluso con el resultado adverso, porque el equipo compitió de igual a igual, se plantó frente a un gigante europeo y dejó una imagen digna.
Boca mostró presencia futbolística, pero también presencia en las tribunas, como ya es costumbre. Donde juega Boca, está su gente, y esta vez fue en Miami, en una noche cálida y vibrante. La derrota dolió, sí, pero lo que no se discute es que la hinchada volvió a jugar su partido, y lo ganó.