Pocas veces un resultado dice tan poco de lo que pasó en la cancha. Boca Juniors se plantó con coraje frente al Bayern Munich, en un duelo electrizante por la segunda fecha del Grupo C del Mundial de Clubes. Fue derrota 2-1 en el estadio Hard Rock de Miami, pero el Xeneize dejó una imagen fuerte, de equipo valiente, que no se achicó ante una potencia europea y que todavía mantiene chances de clasificación.
El equipo de Miguel Ángel Russo sufrió el arranque, con un Bayern que impuso su jerarquía desde el primer minuto. Movimientos sincronizados, circulación veloz y precisión quirúrgica hicieron que Boca tuviera que aguantar el vendaval. Un gol de Kane a los 17’ y un dominio marcado encendieron todas las alarmas. Pero la reacción fue inmediata: Boca aguantó, buscó los espacios y empezó a competir de igual a igual.
En el segundo tiempo, el Xeneize ajustó líneas y se animó. Y en ese ida y vuelta apareció la bestia Merentiel, con una jugada fantástica que terminó en el 1-1 parcial a los 21’. El festejo fue a lo Boca: los suplentes saltando, la gente delirando en la tribuna. Por unos minutos, el sueño era real. Pero como ya había pasado frente a Benfica, la historia se torció sobre el final. Otra vez una pelota que no pudo ser despejada, otra vez el castigo en el momento menos esperado: Olise definió con clase para el 2-1 definitivo.
Boca no mereció irse con las manos vacías. Compitió, luchó, resistió y golpeó cuando pudo. Ahora, dependerá del resultado entre Bayern y Benfica, y de ganarle a Auckland City con la diferencia necesaria. No será fácil, pero este equipo demostró que está vivo. Y mientras haya chances, va a dar pelea.
Más allá del golpe, hay señales que ilusionan. La actitud del equipo, la evolución futbolística con respecto al ciclo anterior, y la personalidad para competir contra gigantes del fútbol mundial son marcas registradas de este nuevo Boca de Russo. No alcanzó con eso, es cierto, pero la sensación general es que el equipo está creciendo y que, si logra superar la fase de grupos, puede ser un rival muy incómodo para cualquiera. En la Bombonera o en Miami, Boca sigue siendo Boca.