El estadio Hard Rock de Miami vibró con la pasión de Boca Juniors, no solo por el espectáculo, sino por un equipo renovado y con hambre de gloria en su debut en el Mundial de Clubes. Bajo la dirección de Miguel Ángel Russo, Boca mostró una actitud superior, velocidad y un juego fluido que estuvo cerca de imponerse sobre un rival europeo de alto nivel.
El Xeneize sorprendió desde el arranque, con una defensa sólida y un ataque incisivo que marcó el ritmo del partido. Lautaro Blanco fue clave al aprovechar la fragilidad defensiva rival, asistiendo para el primer gol de Miguel Merentiel, quien definió con calidad y precisión. Poco después, un córner ejecutado por Kevin Zenón permitió a Battaglia ampliar la ventaja, desatando la euforia de la hinchada xeneize en Miami.
Aunque el equipo sufrió con la pelota parada, lo que permitió a Ángel Di María descontar para Benfica, Boca mantuvo el control del partido con cambios inteligentes y una defensa organizada. Sin embargo, una distracción sobre el final permitió el empate rival a través de un cabezazo de Otamendi, dejando un sabor agridulce tras una actuación que mostró una nueva cara y la firme convicción de pelear por el título.
Ahora, con la mirada puesta en el Bayern Munich, próximo rival, Boca demostró que está listo para dar batalla y que no se achica ante ningún gigante.
