Lo que parecía el final anunciado de dos referentes de Boca, hoy se tiñe de incertidumbre. Sergio Romero y Marcos Rojo, dos nombres de peso que llegaron desde Europa, que fueron figuras y hasta símbolos del club, ahora atraviesan sus horas más difíciles: a un día del cierre del mercado de pases, se les cayeron las chances más firmes para cambiar de rumbo.
Ambos jugadores comparten más que el presente. Sus contratos vencen en diciembre y, desde la llegada de Miguel Ángel Russo, les dejaron claro que no seguirán siendo tenidos en cuenta. Sin embargo, hasta ahora ninguno logró cerrar una salida y Boca ya avisó: si no aparece un club que se los lleve, no habrá rescisión anticipada.
El ocaso de Chiquito Romero

Romero no juega desde noviembre del año pasado. Las lesiones lo alejaron del arco, pero también pesó aquel cruce con un hincha en plena Bombonera tras perder con River. Desde entonces, quedó relegado en la consideración del cuerpo técnico, incluso por detrás de Leandro Brey.
En este mercado, hubo un llamado desde Rosario: Cristian Fabbiani lo quería en Newell’s tras la salida de Keylor Navas, pero la negociación no avanzó y la Lepra optó por otro arquero. Así, la posibilidad concreta que tenía de volver a atajar, se diluyó. Y todo indica que, de no mediar un cambio de último momento, seguirá sin minutos hasta fin de año.
Rojo, del liderazgo al margen

El caso de Marcos Rojo no es muy distinto. Fue capitán, referente y uno de los más queridos. Pero entre lesiones, decisiones polémicas y un bajón en su nivel, la paciencia del hincha se terminó. El episodio previo al partido ante Independiente, cuando no se presentó a entrenar por un cuadro febril, marcó un quiebre.
Con Russo otra vez al mando, Rojo entendió que debía buscar destino. Estuvo cerca de Estudiantes, habló con Verón y hubo reuniones. Pero todo se desactivó de manera sorpresiva. También sonó en Independiente, aunque nunca pasó de una intención. Y ahora, con el reloj en contra, su panorama es tan incierto como el de su compañero.