El golpe fue durísimo. Boca volvió a decepcionar, quedó eliminado de la Copa Argentina y la bronca explotó en Santiago del Estero. Insultos, silbidos y un vestuario lleno de tensión. Sin embargo, al regreso a Buenos Aires, Miguel Ángel Russo optó por una decisión que sorprendió incluso a sus propios jugadores.
En lugar de castigar con entrenamientos o aislar a los apuntados por los hinchas, el DT decidió darle la tarde libre al plantel. Sí, menos de 24 horas después de una derrota que duele y que profundiza la crisis futbolística, los jugadores fueron licenciados. El mensaje fue claro: calmar los ánimos, bajar la tensión interna y enfocar lo que viene con la cabeza más fría.
La escena en la puerta del hotel en Santiago fue más que elocuente. A cada jugador que bajaba del micro, un hincha lo esperaba con un insulto. A algunos, como Cavani o Fabra, les gritaron de todo. Sólo Paredes y Merentiel zafaron de la furia. En ese clima, Russo entendió que había que frenar. Que el desgaste emocional era tan grande como el futbolístico.
Por eso, la decisión fue liberar la tarde del jueves y recién reencontrarse este viernes en Boca Predio, donde arrancará la preparación para el partido ante Huracán, el próximo domingo a las 18:30, en Parque Patricios. Un partido que no sólo será bisagra desde lo anímico, sino también crucial en la pelea por llegar a la Copa Libertadores 2026.
Con la Copa Argentina ya descartada, el Clausura se transformó en la última bala. Boca deberá mostrar otra cara, y Russo lo sabe. Por eso, después del temblor, apostó por una pausa. Una medida inesperada, pero necesaria.
