Once partidos sin ganar. El peor arranque de un entrenador en la historia del club. Una crisis que no encuentra freno, que se agrava dentro y fuera de la cancha. En ese contexto, Miguel Ángel Russo empieza a mover piezas, intentando encontrar respuestas donde hasta ahora no las hubo. Y entre las decisiones más resonantes aparece una: sacar a Leandro Paredes del rol de volante central y probarlo como enganche.
La información fue anticipada por Diego Monroig en ESPN. El periodista reveló que el DT analiza adelantar a Paredes unos metros, para desligarlo de las tareas de contención y aprovechar su visión de juego más cerca del área rival. Una alternativa que remite a sus primeros pasos en el club, cuando era suplente de Riquelme.
Pero el presente no tiene nada de romántico. El equipo está hundido, sin juego ni reacción, y el clima interno es cada vez más espeso. Paredes, uno de los pocos que mantiene el compromiso, intentó enviar un mensaje de esperanza tras la caída ante Huracán: “Elijo creer hoy y siempre”, escribió en redes, junto a una imagen con los colores del club. Sin embargo, los gestos individuales no alcanzan para revertir una situación que es colectiva y estructural.
Boca quedó afuera de todo: eliminado de la Copa Argentina, sin Libertadores, sin títulos y lejos en el Clausura. El funcionamiento preocupa tanto como los resultados, y la decisión de cambiarle la posición a Paredes refleja una búsqueda a contrarreloj en medio del desorden.
No es una apuesta menor. Es una movida de urgencia en un equipo desorientado, donde cada partido parece agravar la crisis. Mientras tanto, el silencio dirigencial se extiende y el margen para experimentar se reduce.