Boca busca un nuevo liderazgo tras la implosión del Consejo
La sacudida que provocó la decisión de Juan Román Riquelme de desarmar el Consejo de Fútbol dejó a Boca en un punto de inflexión. El presidente del club eligió barrer con parte de su estructura más íntima tras la escalada de tensiones internas, los malos resultados y la creciente presión externa. En medio del temblor institucional, la figura del mánager toma forma como el nuevo eje sobre el que girará el futuro inmediato del club.
Aunque la conducción seguirá en manos del presidente, el puesto que se abre en el organigrama promete ser clave: alguien que sirva como nexo, que conozca el mundo Boca y tenga espaldas propias. La danza de nombres ya empezó.
Candidatos con historia y peso propio
Uno de los que aparece con fuerza es Carlos Fernando Navarro Montoya, quien ya tuvo una experiencia como coordinador de Inferiores durante el inicio de la gestión actual. Su cercanía con Riquelme es conocida, y su salida de ESPN, según él mismo contó, se dio por defender públicamente al ídolo. El Mono, con 400 partidos en el club, tiene pasado, presencia y voz.
Otro nombre que circula es Alberto Márcico, quien en su momento se alineó con la oposición pero recuperó terreno político al acercarse a Román en los últimos meses. No solo compartió palco con el presidente, sino que en su programa de radio oficialista expresó sin rodeos: “Me encantaría. Nunca le dije que no a Boca”.
Un histórico del fútbol argentino y un viejo socio
En paralelo, no pasa inadvertido José Pékerman, uno de los entrenadores más respetados por Riquelme. Fue quien lo dirigió en su único Mundial y es visto como una figura seria, con prestigio internacional y sin compromisos actuales, ya que se encuentra libre. Aunque sería un perfil más técnico, su nombre resuena en el mundo Boca como un símbolo de conducción ordenada y formativa.
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Y por último, aparece el más íntimo de todos: Marcelo Delgado. Aunque no fue desplazado como Serna y Cascini, el Chelo es el único del Consejo que se mantuvo con bajo perfil y sin conflictos abiertos. Riquelme lo considera un hermano y su continuidad, incluso en una nueva función, no sería una sorpresa.
Todo cambia, pero no tanto
Pese a los rumores y nombres en juego, el control absoluto de Riquelme sobre las decisiones no está en discusión. El nuevo mánager, si llega, no operará con independencia sino como parte de una estructura presidencialista que Román no piensa modificar. No es una apertura, sino una reconfiguración. Y en ese esquema, el que se sume deberá tener una condición básica: lealtad total al número 10.
