Boca sigue acumulando golpes. Y esta vez, el que llegó en la Copa Argentina no solo implicó una nueva eliminación, sino también un dato que enciende todas las alarmas: el equipo dirigido por Miguel Ángel Russo alcanzó los 10 partidos consecutivos sin ganar, igualando así su peor racha histórica.
Esa marca, que parecía enterrada en el tiempo, había ocurrido por última vez en 1957, y luego se repitió en 2021, también con Russo como entrenador. Hoy, en medio de un presente caótico, el Xeneize vuelve a ese punto de inflexión. Las soluciones no aparecen y el presente preocupa cada vez más.
La caída ante Atlético Tucumán fue el último eslabón de una cadena de frustraciones que empezó con Fernando Gago todavía en el banco. Tras perder el Superclásico en abril, Boca no volvió a conocer la victoria. Ni con el interinato de Mariano Herrón ni con el regreso de Russo al banco, el equipo logró torcer la historia. Y lo que debía ser un impulso en el Mundial de Clubes, terminó siendo otra decepción más.
Empates ante Benfica y Auckland, una dura derrota frente al Bayern Múnich y dos igualdades más en el Clausura dejaron en evidencia la falta de funcionamiento y liderazgo en un plantel que no reacciona. La estadística es brutal: seis empates, cuatro derrotas y una racha que parece no tener fin.
Russo, el mismo técnico que le dio a Boca la última Libertadores hace 17 años, es hoy el rostro de una crisis que lo envuelve todo. Las palabras ya no alcanzan y las explicaciones se agotan. Con un equipo sin gol, sin identidad y sin respuestas, el Xeneize camina por el borde del abismo. El próximo rival será Huracán, pero lo más difícil parece ser encontrar el alma perdida de este equipo.