En un Malvinas Argentinas que vibró tras 120 días sin triunfos, Marco Pellegrino tomó la palabra y le dio un rostro humano a la victoria de Boca. No se trató solo del 3-0 ante Independiente Rivadavia, sino del respiro que necesitaba un grupo que venía cargando presión, críticas y derrotas.
“Veníamos haciendo las cosas bien pero mandan los resultados. Con Racing habíamos jugado un gran partido, el grupo estaba más unido que nunca y sabíamos que la única forma de salir adelante era con un buen resultado. Ayer lo merecimos y se nos dio”, contó el defensor en diálogo con Radio Continental, pintando con palabras la sensación de alivio que vivió el plantel.
Pellegrino no solo habló de resultados: destacó la evolución táctica y colectiva del equipo. “Nos estamos ordenando bien tácticamente y con pelota somos más inteligentes. A veces la ansiedad nos juega en contra, pero con doble turno y más enfoque en lo táctico nos estamos conociendo mejor. Eso nos sirve un montón”, explicó, mostrando cómo el trabajo silencioso del día a día finalmente dio frutos.
Además, el central elogió la jerarquía de algunos compañeros clave. “Tenés a Lea (Paredes), a Rodri (Battaglia) que son jugadores de una jerarquía enorme. Con Miguel y su cuerpo técnico nos llevamos muy bien”. Para Pellegrino, el valor de contar con jugadores con experiencia mundialista se refleja en la claridad de juego y la seguridad que transmiten al resto del grupo.
Alan Velasco: un gol y un desahogo personal
Pero si hubo un instante que quedó grabado en la memoria del plantel y de la tribuna visitante, fue el primer gol de Alan Velasco con la camiseta Xeneize. El delantero, que había llegado por cerca de 10 millones de dólares y cargaba presión por sus actuaciones previas, rompió en llanto tras marcar el tercer tanto.
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Pellegrino se refirió a ese momento con el respeto y cariño que merece: “Alan es un chico muy joven que tiene mucha presión, lo compraron muy caro y es un desahogo el gol. Se entrena y trabaja muy bien, todo le va a ir llegando. Estamos muy contentos por él”.
Entre la emoción del festejo y el desahogo colectivo, las palabras de Pellegrino dejaron en evidencia la importancia del apoyo interno del vestuario, la paciencia con los jóvenes y la fortaleza de un plantel que empieza a reconstruirse de la mano de Russo.
