Boca atraviesa una racha preocupante: ocho partidos sin triunfos, escasez de goles y un equipo que no logra despegar. Pero entre todas las urgencias, hay un caso que ya genera sorpresa incluso puertas adentro: Brian Aguirre, por quien Boca pagó 5 millones de dólares, no juega nunca.
El delantero llegó desde Newell’s como uno de los grandes proyectos del fútbol argentino y fue uno de los primeros apuntados por Juan Román Riquelme tras asumir la presidencia. Sin embargo, a un año de su arribo, su presente está lejos del que se imaginaba.
En los últimos 10 partidos del club —incluyendo la recta final del Torneo Apertura, el Mundial de Clubes y el debut del Clausura—, estuvo siempre entre los convocados y no sumó más que un solo minuto en cancha: el final del Superclásico ante River el 27 de abril.
Ni siquiera en este contexto, con el equipo sin ideas en ataque, Aguirre parece ser considerado. Mientras Exequiel Zeballos, Lucas Janson e incluso juveniles como Palacios suman minutos, el ex Newell’s sigue relegado. La última vez que jugó un tramo de partido fue antes de lesionarse en un cruce por Copa Argentina, cuando venía de anotar dos goles en siete partidos.
Los esquemas cambiaron, los entrenadores también —pasaron Gago, Herrón y ahora Russo—, pero su lugar sigue siendo el banco. Y aunque Boca esté en plena sequía ofensiva, ni siquiera como recurso de emergencia ha tenido participación.
El panorama no parece alentador: con el mercado abierto, el club incluso busca más variantes arriba. Mientras tanto, un refuerzo millonario mira todo desde afuera, sin explicaciones claras. Un caso cada vez más difícil de entender.