La situación de Marcos Rojo en Boca ya era delicada desde el arranque del Mundial de Clubes. Sin embargo, todo estalló después del encuentro ante el Bayern Munich, cuando el defensor enfrentó cara a cara a Miguel Ángel Russo. “Me venís faltando el respeto, me dijiste que iba a jugar y me sacaste de la nada”, le recriminó el capitán al entrenador. A partir de ese momento, la relación quedó rota y el ciclo del ex Manchester United quedó prácticamente terminado.
La charla fue en la Universidad de Barry, el búnker del plantel en Miami. Y aunque el DT intentó no escalar públicamente, su respuesta terminó de dinamitar el vínculo: “Si tenés un problema, ¿por qué no te vas?”. Rojo, que llegó como refuerzo top en 2021 con el propio Russo en el banco, no dudó: “Si querés que me vaya, me voy. No quiero problemas. Hablamos con los dirigentes y listo”. Desde ese momento, el quiebre fue total. Ni siquiera jugó un minuto en el torneo, siendo superado por Ayrton Costa (con molestias físicas) y hasta por el juvenil Marco Pellegrino.
En conferencia, Russo evitó entrar en polémicas pero dejó la puerta entreabierta: “Eso que se dice, yo no hablo. Hablaré cuando sea el momento. Lo más importante es el partido de mañana”, dijo antes del cruce con Auckland. Pero ya era tarde: internamente, el ciclo de Rojo estaba terminado. Para el DT, el defensor no está en condiciones físicas ni futbolísticas de jugar al ritmo que el equipo necesita.
Ahora, todo queda en manos del Consejo de Fútbol y del propio jugador. Con contrato hasta diciembre y sin intención del club de renovarle, Rojo y su entorno ya analizan rescindir anticipadamente. Su representante trabaja para encontrarle destino y evitar que esta historia termine con más tensión. Si aparece una oferta que cierre para todos, el adiós podría concretarse en los próximos días. Mientras tanto, la historia sigue abierta… pero el final ya está escrito.