Mientras Boca atraviesa una profunda reestructuración impulsada por Miguel Ángel Russo, con la salida de varios referentes, la situación de Sergio Romero llamó la atención en el mundo Xeneize. El arquero, que ya no figura entre las primeras opciones, no fue sancionado como otros, pero su futuro en el club es cada vez más incierto.
Romero comparte una realidad parecida a la de Marcos Rojo, ambos ex capitanes del equipo que fueron perdiendo terreno. En el caso del arquero, el punto de quiebre fue aquella discusión con un hincha en plena Bombonera, a lo que se sumaron las constantes lesiones y la llegada de Agustín Marchesin. Hoy, Chiquito es el cuarto arquero, detrás de Marchesin, Brey y Javier García.
No hubo castigo, pero tampoco lugar
A diferencia de lo ocurrido con Rojo, Saracchi y Cristian Lema, que fueron directamente separados del plantel tras la charla del martes, Romero no fue incluido en ese grupo de “borrados” por Russo, aunque tampoco forma parte del proyecto deportivo actual. Silencioso, con bajo perfil y sin generar conflictos, el arquero sigue entrenando bajo las órdenes del entrenador de arqueros.
Riquelme no lo dejó salir a préstamo ni lo liberó, como en otros casos. Incluso hubo contactos desde Newell’s, con un llamado de Cristian Fabbiani tras la salida de Keylor Navas, pero el pase no se concretó y el club rosarino eligió a otro arquero.
El recuerdo de sus días como héroe
Romero tuvo su pico en Boca durante la Copa Libertadores 2023, donde fue determinante en varias definiciones por penales. Sin embargo, desde el 23 de noviembre de ese año —cuando jugó ante Huracán en un 0-0— no volvió a sumar minutos oficiales.
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Hoy su figura permanece en el vestuario, lejos de los conflictos pero también lejos del arco. En un club que cambió de rumbo y empieza a tomar decisiones fuertes, la de Romero es una de esas situaciones que todavía no tienen resolución definitiva.
