La eliminación del Mundial de Clubes todavía se siente en el clima del plantel. El empate ante Auckland dejó una herida profunda, no solo por el rival, sino por lo que se desperdició en el debut contra Benfica. Y aunque ya no haya nada en juego, Boca no regresa de inmediato a Argentina: sigue en Estados Unidos, pero con una rutina distinta, sin entrenamiento formal y con la decepción como compañía.
Tras el partido en Nashville, el grupo regresó a Miami en la misma noche del martes. Allí aguardan una definición sobre el vuelo chárter de regreso, inicialmente programado para el jueves a la noche, aunque podría adelantarse o demorarse algunas horas dependiendo de la logística. En el hotel ya no hay rastros de la fiesta que hasta hace poco animaba los pasillos y el bar: la eliminación apagó todo.
Mientras tanto, los jugadores no entrenan pero tampoco tienen el día libre completamente. Se mantienen dentro del régimen del cuerpo técnico: horarios de comida, descanso y tareas regenerativas. Algunos trabajaron en el gimnasio, otros hicieron ejercicios livianos, pero todos siguen bajo seguimiento. Además, varios están acompañados por sus familias, que viajaron a Miami para estar cerca del plantel durante el torneo.
La idea de Miguel Russo es clara: “Vinimos todos juntos y nos vamos todos juntos”. Sin embargo, hay casos puntuales que podrían comenzar sus días de descanso directamente en Miami, evitando el regreso a Buenos Aires. El resto del grupo, una vez en Argentina, tendrá libre hasta el lunes, para volver al trabajo el martes y enfocarse en lo que viene: la Copa Argentina y el nuevo campeonato local, que arranca a mediados de julio.