La dura caída frente a Atlético Tucumán no solo significó otra decepción futbolística para Boca, sino también el cierre de una puerta importante. El Xeneize quedó eliminado de la Copa Argentina y con ello, perdió uno de los caminos más accesibles que tenía para regresar a la Copa Libertadores, el gran objetivo que el club persigue desde hace años sin éxito.
La derrota, más allá del resultado, volvió a exponer las falencias que viene mostrando el equipo de Miguel Ángel Russo desde hace tiempo. Los malos rendimientos se repiten y los puntos se escapan, mientras la presión aumenta y los caminos hacia la máxima competencia continental se reducen. Sin la Copa Argentina, solo quedan dos formas de clasificar a la Libertadores 2026.
Una es salir campeón del Torneo Apertura, algo que, por lo mostrado en las primeras dos fechas, parece lejano. El Club de la Ribera apenas sumó dos empates en sus primeras presentaciones y dejó una imagen pobre. Con el nuevo formato del certamen local, incluso quedando entre los ocho primeros se puede pelear en los playoffs. Pero para eso, el equipo necesita una reacción urgente y sostenida en el tiempo.
La segunda vía es terminar entre los tres mejores de la tabla anual. Por ahora, Boca está en esa zona: suma 35 puntos, debajo de Rosario Central (39) y River (37). Sin embargo, la tabla está muy apretada: Argentinos Juniors lo sigue de cerca con 34 y más atrás aparecen Racing y San Lorenzo, con 31. Un mal tramo del equipo podría costarle también este objetivo.
La clasificación a la Libertadores ya no permite más tropiezos. Sin margen de error, el plantel y el cuerpo técnico deberán revertir esta imagen preocupante si quieren volver a la competencia más deseada. La presión es total y el reloj ya empezó a correr.