Boca volvió a sufrir un golpe durísimo y Santiago del Estero fue el escenario de un nuevo papelón. Esta vez, la eliminación fue por Copa Argentina a manos de Atlético Tucumán, pero más allá del rival o del torneo, lo que más duele es el patrón repetido: un equipo sin respuestas, que choca una y otra vez con su propia impotencia. Y entre las figuras apuntadas, otra vez aparece Edinson Cavani.
El delantero uruguayo, que rompió una sequía goleadora de más de cuatro meses, marcó el descuento cuando el partido ya estaba sentenciado. Su gol, el primero desde el 16 de marzo, llegó en el último suspiro del encuentro, con el Xeneize ya perdiendo 2-0. Sin embargo, su actuación fue floja: falló un mano a mano clarísimo en el inicio, y luego desperdició otras dos oportunidades en momentos clave del partido.
Tras el encuentro, Cavani habló con la prensa e intentó enviar un mensaje. “Seguramente faltan cosas, tenemos que mejorar. Eso está clarísimo. Hay que seguir laburando y agachar la cabeza. En lo personal, seguir trabajando también”, dijo el goleador. Pero la autocrítica fue tan tibia como el rendimiento del equipo, que no reacciona ni siquiera ante los golpes más duros.
En otro pasaje de su testimonio, Cavani explicó: “En el primer tiempo generamos situaciones, por momentos encontramos los espacios y tuvimos alguna chance clara, pero no logramos concretar. En el segundo tiempo, ellos se encuentran con un gol tras un rebote, y con el 2-0 se nos hizo cuesta arriba”. Lo cierto es que Boca parece haber perdido todo tipo de rumbo futbolístico, más allá de los nombres y las intenciones.
La decepción es total. Ni siquiera el regreso de Leandro Paredes alcanzó para equilibrar a un equipo que se desangra partido tras partido, y que ya no encuentra consuelo ni siquiera en las palabras de sus referentes.