El regreso a la competencia local no trajo respuestas para Boca, que empató 0 a 0 con Argentinos Juniors en La Paternal y dejó una imagen que genera más dudas que certezas. En su primer partido oficial tras el Mundial de Clubes, el equipo de Miguel Ángel Russo ofreció muy poco y volvió a exhibir síntomas de un funcionamiento que no arranca.
El inicio fue apenas un espejismo. Boca salió con actitud, intentó presionar alto y dio señales de estar metido. Merentiel se mostró participativo, Velasco se movió bien y Braida ofrecía intensidad por izquierda. Pero esa postura inicial se desinfló con rapidez. Argentinos ajustó su mediocampo, tomó el control del juego y convirtió el dominio en algo evidente, ante un equipo que retrocedía mal, regalaba espacios y sufría para sostener la pelota.
Durante largos pasajes del encuentro, el Xeneize se limitó a aguantar los ataques del local, sin generar peligro real. La estadística es demoledora: no pateó al arco en todo el primer tiempo, y en el complemento apenas generó una chance clara cuando Palacios filtró un buen pase a Merentiel, pero el uruguayo resolvió mal ante un atento Ruso Rodríguez.
En medio de un contexto preocupante, hubo algunos nombres que se destacaron por sobre la media. Marco Pellegrino cumplió con creces en su debut, Marchesin evitó el gol rival con una gran intervención, y Battaglia volvió a ser el pulmón del mediocampo. Poco más. Porque si algo quedó claro, es que Boca sigue atrapado en su propio ciclo de reinicios.
Como ocurrió en febrero tras la eliminación en la Copa Libertadores, como pasó después del adiós de Gago, como volvió a suceder post Mundial de Clubes, Boca inicia otro nuevo proceso, con un equipo que aún no da señales claras de mejora. El resultado en La Paternal fue solo un síntoma. El verdadero problema sigue siendo estructural.