Ángel Di María está de vuelta en Rosario Central, el club que lo vio nacer y desde donde partió a Europa hace ya 18 años. Tras casi dos décadas en la elite del fútbol mundial, el campeón del mundo decidió volver al país para cerrar el círculo en su carrera, y lo primero que sintió fue el impacto de un fútbol completamente diferente. ¿La primera señal? Boca.
En su primer partido en el regreso al continente, Di María se cruzó con el Xeneize en el Mundial de Clubes. Ese empate 2-2 ante el equipo de Miguel Ángel Russo no fue un simple debut: fue, en palabras del propio Fideo, un anticipo brutal de lo que le espera en el campeonato argentino. “Boca ya me hizo sentir lo que es el fútbol argentino, ja”, dijo entre risas pero con mucha claridad.
“Es más duro, de más choque, más golpes, se cortan más los partidos”, describió el zurdo al referirse al juego local. La referencia no fue casual: en ese encuentro en Miami, Di María sintió el rigor físico en una jugada en la que fue apretado por Merentiel y Ayrton Costa. Instantes después, convirtió el penal del descuento para Benfica, pero quedó marcado por ese primer contacto con el fútbol argentino.
Ya en plena adaptación a su nuevo rol en Rosario Central, Di María reconoció que está preparado para todo tipo de recibimientos: “Si me putean, me putean y si me aplauden me aplauden. Es difícil ovacionar a uno que no tiene tu camiseta. No voy a estar con la de la Selección”, aseguró con sinceridad.
Ahora, con el debut en la Liga Profesional a la vuelta de la esquina, el ex PSG y Real Madrid sabe que deberá reinventarse. Y aunque Central será su casa, la intensidad, la presión y la pasión del fútbol argentino ya se hicieron sentir… y fue Boca el primero en avisarle.